Cuando decidí estudiar Comunicación sólo quería ser Periodista no sabía ni quería ser nada más.
En el camino desvié un poco el camino y me dediqué a laborar en el campo organizacional y me ha ido bien, he desarrollado y culminado muchos proyectos exitosos.
Sin querer queriendo llegué a trabajar en un conocido periódico del país pero no con la pluma, no en reportaje, no en redacción. En Publicidad, y me encanta esté lado, pensar en diagramación, en colores, áreas y presupuestos; bien sabemos que los mayores ingresos de un diario son por publicidad y no por venta o suscripciones y menos ahora con la digitalización. Finalmente la lecturabilidad hace que más clientes estén interesados en aparecer en nuestros medios.
Y aunque me encantaba escribir, dejé de hacerlo... decidí no saber nada más de política, es degastante opinar y opinar, y saber que no pasará de ahí porque estás lejos de cambiar al mundo, que los resultados no se ven, que hablamos de lo mismo todos los días.
Nunca dejé de informarme, de lejos, sin apasionamiento, como si me estuvieran contando la historia de otro planeta, de otra gente. Opinaba para mi.
En reuniones sociales dejé de hablar de política, de religión y de fútbol. Para qué? comentaba algunas cosas pero me abstenía de discusiones. Es duro cuando escuchas hablar tajantemente a personas que no se han tomado el trabajo de leer o investigar alguna temática, hablan como bordón sin rejo sin saber que son una «diarrea» verbal y es ahí cuando debes callar.
Estuve en silencio varios años, tal vez cinco, no sé, y estaba muy tranquila... comentando en twitter algunas banalidades y eventos de moda, sin encontrarme, incompleta.
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